La logística llevada a cabo para esta expedición ha sido impresionante. Meses de preparación, cursos, entrenamientos, aclimataciones, venta de camisetas, fiesta de despedida, búsqueda de patrocinadores,... repito, impresionante. Sin miedo a parecer presuntuoso, puedo decir que este grupo de montaña se está convirtiendo en todo un ejemplo a seguir. Y lo mejor está por llegar...
Lo teníamos todo tan bien preparado que sólo un factor, impredecible y a la vez, muy importante, nos podía frustar nuestro intento de hacer cumbre. Pero la Madre Naturaleza es sabia, y en cuanto pusimos los pies en Chamonix, el cielo se despejó y el sol radió esplendoroso para darnos la bienvenida, manteniéndose así practicamente hasta el momento en el que nos despedíamos victoriosos de la cuna del montañismo, con el Mont Blanc envuelto, de nuevo, en un cielo gris y húmedo.
Tuvimos la oportunidad de conocer y hablar con mucha gente durante toda la expedición, y todos nos comentaban que habíamos tenido mucha suerte con el tiempo. Había quienes llevaban una semana esperando para poder intentar hacer cumbre.
Llegamos a Chamonix a las 5:30 de la madrugada, tras un largo viaje de veinte horas. Si hay una característica de los coches que hay que tener muy en cuenta a la hora de realizar un viaje, esa es el confort, y para tal caso y tras la experiencia vivida, el Ford Mondeo es una opción mas que aconsejable. Además del consumo, puesto que muchísimos kilómetros pasaban entre repostaje y repostaje.
Tras intentar descansar durante un par de horas dentro del coche, en espera de que la recepción del albergue nos diera una habitación, nos fuimos a desayunar y pensamos qué haríamos durante el día. Como os contaba, el tiempo acompañaba, así que decidimos hacer el ejercicio de aclimatación en Aiguille du Midi, adelantando así un día la planificación.
Subir en el teleférico mas alto de Europa y pasar, en apenas veinte minutos, de 1.030 a 3.842 metros es una experiencia que bien merece la pena pagarla para vivirla. Eso sí, una vez arriba, cuidado con la altura. Nada de correr para ser el primero en los miradores. Te lo advierten abajo, y aquellos que hacían oídos sordos a las recomendaciones, son los que, una vez arriba, los veías sentados en las escaleras con las manos en la cabeza, sin poder levantarse.
Habíamos superado la altura del Mulhacén en casi 400 metros. Se demostró que los ejercicios de aclimatación que llevamos a cabo durante el mes de julio habían servido de mucho. Nuestro estado era óptimo. Era momento para hacer fotos, visitar los miradores y por fin, un nuevo e importante ejercicio.
Como si del túnel de vestuarios de un estadio de fútbol se tratara, allí nos equipamos, nos encordarnos y nos deseamos suerte para bajar por la arista que lleva al Valle Blanco. Momento muy emocionante, en el que pasas de ser un turista a ser un montañero, un auténtico alpinista... un afortunado.
Estábamos en Los Alpes, crampones en botas y piolet en mano... sensación indescriptible, inenarrable. La arista era muy empinada y curvada, muchísima precaución. Ir encordados, andar por la arista, tener la percepción de estar a menos de dos pasos del abismo... Objetivo del ejercicio cumplido. Y las vistas,... increíbles, maravillosas. En el horizonte, montañas y mas montañas, ¡Que estamos en los Alpes!, a nuestro alrededor nieve y mas nieve, un manto blanco infinito que lo cubre todo. En el abismo, por un lado Chamonix, por el otro, el Valle Blanco.
Durante un buen rato anduvimos por la arista, nos hicimos las pertinentes fotos, nos cruzamos con gente, algunos que subían, otros que bajaban, y de nuevo de vuelta. Almorzamos en el restaurante de Aiguille du Midi. Y a la hora de bajar en el teleférico, uno de los momentos estelares de Pachilofeos en esta expedición...
A la bajada, ya en Chamonix, tiempo para un breve paseo, visita a la casa del montañero, descansar, ducharnos y salir a cenar.
Llega el día D, un día antes de lo previsto. Iniciamos el ascenso. Para ello tuvimos que trasladarnos en coche a la localidad de Les Fayet, donde cogimos el Tranvía del Mont Blanc. Hora y pico para dejarnos en Nid d´Aigle a 2.372 m, a los pies del glaciar de Bionnassay.
Nuestro objetivo para este primer día de expedición era llegar al campamento que está junto al refugio de Gôuter. Como en la mayoría de los ascensos a una montaña, en la primera parte del mismo hay que atravesar la parte arbolada, el bosque, pero en esta ruta, esa parte se supera con el tranvía, sino, haría falta al menos un día mas. A partir de nuestro punto de partida, ya no había frondosidad, ni árboles que nos dieran sombra. Se trataba de un terreno áspero, de grava. A medida que avanzábamos, el terreno se transformaba en un camino mas escarpado, de mayor desnivel y en el que la tierra ya estaba húmeda. Alguna que otra cornisa en el que había que extremar la precaución, ayudándose incluso de algunos cables de acero anclados a la pared. Así, poco a poco fuimos avanzando, hasta llegar a una caseta de información desde la cual podíamos ver a unos doscientos metros el refugio de Tête Rousse, donde repusimos fuerzas.
Nuestro objetivo para ese día estaba a 650 metros de desnivel. Debíamos ascender por un pedregal muy vertical, en el que sería necesario usar las manos para trepar, no sin antes cruzar el Grand Couloir, un famoso y peligroso paso al que también se le conoce como 'la bolera', 'la ruleta rusa' o 'canal de la muerte', debido las piedras que caen desde arriba.
Y tanto era así que, justo antes de pasar nosotros, vimos cómo dos personas que nos precedían, pisaron una piedra que vimos caer al abismo. La velocidad y la fuerza con la que caía realmente daba miedo. Pasamos en grupos de dos, para que los otros dos vigilasen por si caía alguna piedra desde arriba. Afortunadamente no hubo ningún susto.
El ascenso por el pedregal fue bastante duro, interminable trepeo. Hay que reseñar aquí los entrenamientos llevados a cabo, previos a la aclimatación, como fueron las vías ferratas y la arista de Benaocaz. Sin duda nos vino muy bien estos entrenos para esta fase del ascenso. El contacto con las rocas, el manejo de los mosquetones,... todo nos sirvió de mucho.
Por fin, después de aproximadamente ocho horas y media desde el primer pasito, contando, eso sí, con el descanso en Tête Rousse de unas dos horas, llegamos al refugio de Goûter. Tan sólo debíamos ascender y avanzar un poco mas para llegar al campamento en el que montaríamos la tienda.
Nuestro gran objetivo estaba ya mas cerca. El primer día de ascensión había sido un éxito. Después de montar la tienda y comprar agua en el refugio, lo que ahora tocaba era disfrutar del paisaje... Es en esta parte de la crónica donde, por mucho que lo intente, no encuentro las palabras, así que, deleitaros con las imágenes.
Llega la hora de irse a dormir. Previamente ya habíamos decidido que, debido a la extrema precaución que debíamos tener para bajar la parte de la pedrera, dormiríamos una noche mas en la tienda, para así poder bajar este peligroso tramo bien descansados. Y puesto que no teníamos prisa en hacer cumbre a primera hora de la mañana, decidimos que saldríamos sobre las seis de la mañana.
Día 1 de agosto del 2011, tras equiparnos, iniciamos el ataque a la cumbre. Es el momento de la verdad. Hace frío, pero es soportable. Nuevamente se intuye un buen día en lo meteorológico, el cielo está despejado y no hace nada de viento. Un trazado discontínuo de luces nos indican el camino hasta la cumbre. También la huella en la nieve está clara. Frontales, bastones, arnés, crampones, guantes, casco, todo listo. Comenzamos la andadura. Debemos llevar un ritmo suave, nos queda mucho por recorrer y hay que dosificar las fuerzas. Delante nuestra, los guías 'tiraban' de sus clientes, forzándolos a un ritmo bastante fuerte. Pensando mal, diría que lo hacen a posta para agotarlos y cobrar los servicios prestados, pero eso es, como digo, pensando mal...
Después de andar unas decenas de metros, llegamos a una loma con unos interminables zigzagueos que allanaban la pronunciada pendiente. El sol ya ha salido, pero estamos ascendiendo por una pala en la que todavía no nos calientan sus rayos. Llegamos arriba, estamos en la Dôme du Goûter. Protección solar y gafas de sol, imprescindibles. Ahora toca perder altura hasta llegar a una gran explanada, en la que se encuentra una estación meteorológica. Frente a nosotros, una nueva pala, de mucha pendiente, con una huella también zigzagueante que nos lleva al abrigo de Vallot. La fatiga empieza a hacer acto de presencia.
Paso a paso, llegamos a Vallot, momento para descansar y recargar energías. Frente a nosotros la arista de Les Bosses.
Para llegar a ellas, hemos de superar otra loma de gran pendiente.
Estamos en la arista, estamos muy cerca ya de la cumbre, grandes subidas por la arista, leves bajadas. Pasito a paso, cada vez mas cerca, el cansancio es notorio, pero la ilusión por llegar a la cima es mayor. La emoción empieza a desatarse, ojos llorosos, piel erizada, corazones palpitando, miradas perdidas, lo tenemos ahí. Queda una última pendiente, nos lo indican dos compañeros que van bajando... 'ánimo, que ya la tenéis, es vuestra'.
Último esfuerzo, la arista se suaviza, se allana... ¡Estamos en la cumbre! ¡El Mont Blanc es Pachilofeos! Son las 11:30 de la mañana del 1 de agosto del 2011. Lo hemos conseguido, hemos conseguido el objetivo.
4.810 metros de altura, el techo de la 'vieja Europa'. Hay que disfrutar del momento, contemplar las vistas con detenimiento, puesto que el tiempo nos lo permite, fotos y mas fotos, llamadas a los familiares y amigos (¡Había cobertura!). Y el Himno Nacional Español que vuelve a sonar en Francia, ni más ni menos que en la cumbre del Mont Blanc. Otro momento memorable.
Como si estuviera preparado, a los 5 o 10 minutos de llegar a la cumbre, apareció una pajera, la cual estuvo el tiempo justo para comer algo y hacernos la foto con la bandera. Cualquiera diría que habían subido expresamente para tirarnos la foto. Nos volvimos a quedar solos en la cumbre, disfrutándola. Pefectamente pudimos permanecer unos 30 minutos. A nuestro alrededor, la inmensidad. Mares de nubes, montañas que las atravesaban, un horizonte de 360 grados en el que nada obstaculizaba su línea. En esos instantes, la bandera y el escudo de Pachilofeos estaba por encima toda la Europa occidental. Somos grandes.
Toca bajar. Mucha precaución. 'Sólo' estamos en la mitad del camino. Ahora había que desandar lo andado, descender lo ascendido.
Hasta llegar a la gran explanada desde la que se veía Vallot, en la que debíamos subir a la Dôme du Goûter, sólo puedo deciros que mi mente y mi mirada, seguían en la cumbre, posadas en las nubes.
Una vez en la explanada, el agotamiento nos venció. Necesitábamos parar y descansar un rato, y si fuera necesario, incluso cerrar los ojos y echar una cabezadita. No teníamos prisa ninguna y el descanso se antojaba totalmente necesario. Hubo a quien le dio tiempo hasta de soñar con un rico almuerzo en un restaurante, ¿verdad Sergio? Perdonad el guiño, pero son tantas las anécdotas que podría contar que la crónica, ya de por sí extensa, se haría interminable.
Descansados y recuperados, ya hemos superado la Dôme du Goûter, podemos ver el refugio a lo lejos, nos queda una larga bajada. Empezamos a hacerla por la huella serpenteante, mientras a nuestro lado, miles de huellas profundas hacen una línea recta hacia abajo. Es aquí donde aparecen los 4 jinetes del apocalipsis. Nos colocamos en paralelo, seguimos encordados, y empezamos a bajar por la nieve pocha dejando caer nuestros cuerpos, las rodillas sufren muchísimo menos, la velocidad es mucho mayor y las distancias se acortan con gran rapidez. Yiiiijaa!!
Llegamos al campamento, soltamos lo prescindible y nos vamos al refugio de Goûter para comer algo. Sólo nos pudieron dar sopa, muy rica, eso sí, pero me autocensuraré mi opinión sobre los empleados del refugio, para no manchar la crónica.
Dicen que el movimiento se demuestra andando, y yo digo que el cansancio se demuestra con una siesta de 3 horas, que fue la que nos pegamos esa tarde. Siesta de campeonato, que no de campamento. Después, tiempo para mas fotos y el disfrute. ¿Alguna vez habéis visto dos puestas de sol en sólo 5 minutos? Nosotros tuvimos la oportunidad de contemplar este fenómeno que sólo se puede dar a esas alturas. El sol se esconde detrás de las nubes, y a los pocos minutos, las nubes bajan y el sol vuelve a hacer acto de presencia, para volverse a esconder al poco rato. También se puede decir que vimos 'amanecer' por el occidente... curiosísimo.
Concluye el segundo día del ascenso, con el objetivo felizmente cumplido. Rotundo éxito. Nos queda el tercero y último. La bajada desde Goûter a Tête Rousse, y posteriormente el sendero escarpado y áspero hasta Nid d´Aigle.
Desayunamos en el refugio, un buen desayuno, sí, pero también bien cobrado y pagado. No quisiera entrar en el asunto de los precios, pero para que tengáis una referencia, la botella de agua de dos litros cuesta 5 Euros.
¡A destrepar! La verdad es que todos teníamos cierto nerviosismo, porque sabíamos que la subida había sido difícil y que la bajada lo sería aún mas. Pero resultó que ya teníamos mas confianza en nuestras manos y en los crampones, estábamos fuertes, descansados, íbamos a nuestro ritmo, sin prisas, pero sin pausa, pero sobretodo, seguros. Algunos grupos nos rebasaban, pero nosotros no teníamos porqué correr. También hubo momentos de tensión entre nosotros, ¡cómo no! Pero esa tensión se quedó allí con las rocas.
Ya casi estamos, nos queda pasar 'la bolera', ¡ánimo! Otra vez en grupos de dos. Todo bien, a pesar de una persona que obstaculozó y entorpeció el paso de Sergio.
Ya está, estamos a salvo. Bajamos un poco mas y cruzamos de Tête Rousse a la caseta de información. Descanso y fuera crampones, fuera piolet, fuera botas...
El Tranvía del Mont Blanc nos espera. Bajamos a una gran velocidad. No era prisa, era la liberación de poder andar rápido y con soltura después de tanta precaución y tensión acumuladas en nuestras piernas. De todas formas, la precaución no la perdimos en ningún momento hasta llegar al final del sendero, porque cualquier caída tonta podría ser fatal.
Llegamos. La satisfacción es plena. Aún nos queda la vuelta a Sevilla, que también forma parte de la expedición, pero estamos muy contentos por lo conseguido. 3 días con sus 2 noches en alta montaña, en Los Alpes ni más ni menos, durmiendo en tienda de campaña y trayéndonos con nosotros la cumbre del Mont Blanc. Satisfechos y muy orgullosos.
Entretenida la bajada en el tranvía, sobretodo por los niños, perdón, por el niño que no para de hablar. Se traía él solo una retahíla... diría que un par de minutos mas, y aprendo a hablar el idioma galo (en el vídeo de la bajada se puedo oír de fondo al susodicho). Eran tantas las ganas de llegar que nos bajamos en Saint Gervais, una parada antes. Menos mal que nos dio tiempo a reaccionar y volvernos a subir al tranvía.
Ya estamos en el coche. Ahora sí. Que se prepare Les Fayet, Chamonix, y Francia entera ¡hay mucho que celebrar!
"Piiiito, pito, piiito, pito, piiito... (¡gorgoriito!)" Jajaja, disculpad,... más anécdotas...
Y a la mañana siguiente, en los baños del albergue,...
- "Killo, me encuentro fatal, me duele la cabeza, me da todo vueltas, tengo el estómago revuelto,..."
- "¡Tú lo que tienes es resaca! Jajaja"
Y es que tomarse los cubatas en un antro donde te echan el hielo con las manos,...
Nos quedan unos 1.800 kilómetros para llegar a casa. Muchas horas de viaje, pero seguimos sin tener prisa, cuando lleguemos, llegamos.
¡Y llegamos! ¡Cantando! Los cuatro despiertos y sin parar de cantar y tocar las palmas. Son las 4:18 de la madrugada
Rafa
estamos en casa. Mont Blanc, ahora si.2011-08-04 4:18 AM
Expedición concluida y completada. Satisfacción plena.
¡Enhorabuena amigos!, ¡gracias amigos!
Sergio, Francis, Rafa y Chico. Los 4 jinetes del apocalipsis.
Mi henorabuena Chico por la cronica nunca he estado tan impaciente por leer algo en la vida.Me ha gustado tanto que mientras estaba leyendo me trasladaba en el tiempo de tal manera que incluso has coseguido arrancarme alguna que otra lagrimita (jejeeje), menos mal que no has detallado las anecdotas porque tan solo con nombrar varias ya me he reido un rato.
ResponderEliminarBuenos momentos que espero que sirvan de comienzo y enlace para otros de similares caracteristicas.
Felicitar de nuevo al resto de compañeros por la azaña conseguida.
Los cuatro jinetes del apocalipsis y entre uno de ellos YO, el mas gordo claro está.
Firmado Sergio Aplik2.
Felicidades Chico!, por tu crónica que siempre me hace sentir que casi he estado con vosotros, y por la forma en la que dentro de tí vives realmente la cosas, porque eres un tío de detalles, detalles que nos haces llegar poco después y que ya casi se nos olvidan si no es por ti. Felicidades Chico!, por tu cumbre en Mont Blanc, por vuestra cumbre en Mont Blanc, porque reconozco que a mi también casi me hace sacar unas labrimitas esa mágnifica frase "Mont Blanc es Pachilofeos!" que ya es casi el lema de cumbre de nuestro grupo.
ResponderEliminarGracias gracias a los 4 jinetes del apocalipsis por traernos esta experiencia que nunca sabremos bien como agradeceros.
Un fuerte abrazo.